Amanecer
Nos levantamos temprano para ver la salida del sol, pero por falta de nubes el amanecer no es muy espectacular. Volvemos a Uyuni, esta vez sin hacer paradas, para recoger provisiones y luego dirigirnos al sur hacia San Cristóbal. En el camino atravesamos el Río Grande y almorzamos en compañía de unas bellas llamitas.
San
Cristóbal
El pueblo de San Cristóbal fue trasladado
entero por la compañía minera del mismo nombre, porque se encontraba encima de
la zona más rica en minerales. La iglesia colonial fue reconstruida piedra a
piedra, las demás casas son nuevas y hay una gran escuela. Todo el funcionamiento del pueblo
depende de la mina.
Valle
de las rocas
Pasamos por Culpina y Villa Alota para
dirigirnos al Mirador del Volcán Ollagüe, que se encuentra en la frontera con
Chile. El camino pasa por grandes rocas de color rojizo y de formas caprichosas,
de origen volcánico, que forman un verdadero laberinto.
Lagunas
altiplánicas
El paisaje se vuelve cada vez más desértico y
silvestre. Aparecen las primeras vicuñas y en los pequeños lagos los flamencos
no parecen afectados por el bórax que forma islas blancas ni el azufre que
aflora en las orillas.
La laguna más espectacular es la Laguna Hedionda, cuyo
olor a azufre no es tan fuerte como me temía.
Vizcachas
Desde hace algún tiempo, los choferes que hacen
el circuito turístico se han acostumbrado a dejar algo de comida en un lugar
que conocen como el “cañadón de las vizcachas”. Estos animalitos (Lagidium viscacia) ya perdieron toda su
timidez habitual y se dejan fotografiar de cerca, a cambio de un poco de coliflor
o de lechuga.
Un poco más adelante encontramos nuevamente vicuñas, cuya
población está en aumento gracias a las medidas de protección, y yaretas (Azorella compacta), que son plantas en
peligro por su explotación como combustible y porque su crecimiento es muy lento.
Esas plantas pueden alcanzar una edad de varios siglos.
Hotel
Tayka del Desierto
Un poco antes de la puesta del sol llegamos al
hotel Tayka del Desierto, donde nos esperan con un mate de coca. Estamos ahora
a más de 4.800 metros de altitud y hace bastante frío afuera. Sin embargo en el
comedor hace (mucho) calor. El hotel está lleno de turistas de varias
nacionalidades, pero fuera de comer la cena no hay mucho que hacer y nos
acostamos temprano.
Esta vez debemos madrugar en serio y salimos a
las seis y media de la mañana. Atravesamos el gran desierto de Siloli, no sin
antes saludar al muy famoso árbol de piedra que marca la entrada a la Reserva
de Fauna Eduardo Avaroa (REA).
Laguna
Colorada
El reflejo rojizo tan comentado y fotografiado no
se ve en toda la superficie de la laguna, sólo en algunos lugares se nota más
(sin photoshop). El color se debe a unas algas rojas microscópicas. Pero no nos
pueden decepcionar los flamencos, que son muy numerosos en esta época antes de
la nidación. Pasean tranquilos en las aguas poco profundas, alimentándose.
Se conocen aquí tres especies, de diferente tamaño. El flamenco andino (Phoenicoparrus andinus) es el más grande y el más raro, el flamenco chileno (Phoenicopterus chilensis) es el más común, y el flamenco de James (Phoenicoparrus jamesi) es el más pequeño. Todos tienen las alas rosadas con bordes negros y es difícil distinguir de lejos si tienen las patas amarillas o rosadas, más aún cuando están bajo agua.
Geiseres
Sol de Mañana
Después de la visita a la Laguna Colorada continuamos
camino en dirección de los geiseres, llamados Sol de la Mañana porque es cuando
muestran su mayor actividad. Desde lejos se ven las columnas de vapor y al
acercarnos a los cráteres nos quedamos observando como burbujean y proyectan
lodo hacia arriba, apilando la lava en sus bordes. Otros lugares, por el
momento inactivos, son teñidos de rojo, blanco, amarillo y verde según los
minerales que contienen.
En esta misma región una firma japonesa explota
la energía geotérmica para producir electricidad, pero por suerte de una manera
relativamente discreta.
Pampa
Jara y Desierto de Dalí
Según nos explica don Hugo, el chofer, Salvador
Dalí se habría inspirado de este desierto para su famoso cuadro de los relojes
derretidos. El lugar en sí no es muy impresionante porque no nos dejan
acercarnos a las piedras esparcidas por la arena, sólo las vemos de muy lejos y
me parece que hemos visto rocas más impresionantes el día anterior. El desierto
y los cerros en cambio tienen colores muy llamativos. Encontramos otra tropilla pequeña de vicuñas,
¿qué comerán aquí?
Al borde de una gran laguna salada, se ha
construido un pequeño estanque donde el agua tiene la reputación de ser muy
medicinal y alcanza los 40°C. La piscina está llena de gente y se parece a una
sopa de fideos.
No nos bañaremos, pero aprovechamos las instalaciones para que una señora nos cocine el almuerzo (con las provisiones que traemos). Los numerosos turistas dejan desechos que son aprovechados por las gaviotas, que pelean por un pedazo de pan.
No nos bañaremos, pero aprovechamos las instalaciones para que una señora nos cocine el almuerzo (con las provisiones que traemos). Los numerosos turistas dejan desechos que son aprovechados por las gaviotas, que pelean por un pedazo de pan.
Laguna
verde
En la tarde seguimos viaje hacia el punto más
alejado de nuestro periplo, la Laguna Verde, en el extremo sud oeste de
Bolivia. El chofer se preocupa durante el trayecto porque no hay mucho viento,
necesario según él para que el color verde sea bien visible y cambiante. El
color del agua se debe a una combinación de cobre y arsénico que hace que la
laguna sea tóxica, por lo que no hay ningún tipo de animales. El volcán Licancabur
que se ve en el fondo detrás de la laguna marca la frontera con Chile.
Ya nos queda solamente el retorno a Uyuni. El
tiempo está cambiando y a lo lejos podemos observar como cae la lluvia. Minutos
después nos alcanza el granizo. Pasamos delante de la empresa de explotación de
bórax Tierra Ltda, donde trabajan algunos tractores y un camión perdidos en la
niebla.
Pero algo más lejos, nos encontramos con la sorpresa de un río que atraviesa verdes bofedales y podría considerarse como el Paraíso de las llamas. También hay una pareja de huallatas. Y un poco más allá, al borde del camino, se dejan fotografiar - de lejos - dos suris.
Pasamos nuevamente por San Cristóbal y sin más paradas llegamos a la ciudad de Uyuni al final de la tarde. Es el momento de pasear por este lugar de larga tradición minera, tomar un café y comer una pizza como los demás turistas. Mañana temprano tomaremos el avión para volver a La Paz. Fue un lindo viaje.
Pero algo más lejos, nos encontramos con la sorpresa de un río que atraviesa verdes bofedales y podría considerarse como el Paraíso de las llamas. También hay una pareja de huallatas. Y un poco más allá, al borde del camino, se dejan fotografiar - de lejos - dos suris.
Pasamos nuevamente por San Cristóbal y sin más paradas llegamos a la ciudad de Uyuni al final de la tarde. Es el momento de pasear por este lugar de larga tradición minera, tomar un café y comer una pizza como los demás turistas. Mañana temprano tomaremos el avión para volver a La Paz. Fue un lindo viaje.
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