martes, 11 de octubre de 2016

Lagunas de colores



Amanecer


Nos levantamos temprano para ver la salida del sol, pero por falta de nubes el amanecer no es muy espectacular. Volvemos a Uyuni, esta vez sin hacer paradas, para recoger provisiones y luego dirigirnos al sur hacia San Cristóbal. En el camino atravesamos el Río Grande y almorzamos en compañía de unas bellas llamitas.



San Cristóbal
El pueblo de San Cristóbal fue trasladado entero por la compañía minera del mismo nombre, porque se encontraba encima de la zona más rica en minerales. La iglesia colonial fue reconstruida piedra a piedra, las demás casas son nuevas y hay una gran escuela. Todo el funcionamiento del pueblo depende de la mina.



Valle de las rocas
Pasamos por Culpina y Villa Alota para dirigirnos al Mirador del Volcán Ollagüe, que se encuentra en la frontera con Chile. El camino pasa por grandes rocas de color rojizo y de formas caprichosas, de origen volcánico, que forman un verdadero laberinto.


Lagunas altiplánicas
El paisaje se vuelve cada vez más desértico y silvestre. Aparecen las primeras vicuñas y en los pequeños lagos los flamencos no parecen afectados por el bórax que forma islas blancas ni el azufre que aflora en las orillas. 


 La laguna más espectacular es la Laguna Hedionda, cuyo olor a azufre no es tan fuerte como me temía.


Vizcachas
Desde hace algún tiempo, los choferes que hacen el circuito turístico se han acostumbrado a dejar algo de comida en un lugar que conocen como el “cañadón de las vizcachas”. Estos animalitos (Lagidium viscacia) ya perdieron toda su timidez habitual y se dejan fotografiar de cerca, a cambio de un poco de coliflor o de lechuga. 


Un poco más adelante encontramos nuevamente vicuñas, cuya población está en aumento gracias a las medidas de protección, y yaretas (Azorella compacta), que son plantas en peligro por su explotación como combustible y porque su crecimiento es muy lento. Esas plantas pueden alcanzar una edad de varios siglos.   



Hotel Tayka del Desierto
Un poco antes de la puesta del sol llegamos al hotel Tayka del Desierto, donde nos esperan con un mate de coca. Estamos ahora a más de 4.800 metros de altitud y hace bastante frío afuera. Sin embargo en el comedor hace (mucho) calor. El hotel está lleno de turistas de varias nacionalidades, pero fuera de comer la cena no hay mucho que hacer y nos acostamos temprano. 


La Reserva de Fauna Eduardo Avaroa

Esta vez debemos madrugar en serio y salimos a las seis y media de la mañana. Atravesamos el gran desierto de Siloli, no sin antes saludar al muy famoso árbol de piedra que marca la entrada a la Reserva de Fauna Eduardo Avaroa (REA). 


Laguna Colorada
El reflejo rojizo tan comentado y fotografiado no se ve en toda la superficie de la laguna, sólo en algunos lugares se nota más (sin photoshop). El color se debe a unas algas rojas microscópicas. Pero no nos pueden decepcionar los flamencos, que son muy numerosos en esta época antes de la nidación. Pasean tranquilos en las aguas poco profundas, alimentándose. 



Se conocen aquí tres especies, de diferente tamaño. El flamenco andino (Phoenicoparrus andinus) es el más grande y el más raro, el flamenco chileno (Phoenicopterus chilensis) es el más común, y el flamenco de James (Phoenicoparrus jamesi) es el más  pequeño. Todos tienen las alas rosadas con bordes negros y es difícil distinguir de lejos si tienen las patas amarillas o rosadas, más aún cuando están bajo agua.




Geiseres Sol de Mañana

Después de la visita a la Laguna Colorada continuamos camino en dirección de los geiseres, llamados Sol de la Mañana porque es cuando muestran su mayor actividad. Desde lejos se ven las columnas de vapor y al acercarnos a los cráteres nos quedamos observando como burbujean y proyectan lodo hacia arriba, apilando la lava en sus bordes. Otros lugares, por el momento inactivos, son teñidos de rojo, blanco, amarillo y verde según los minerales que contienen.
En esta misma región una firma japonesa explota la energía geotérmica para producir electricidad, pero por suerte de una manera relativamente discreta.

Pampa Jara y Desierto de Dalí
Según nos explica don Hugo, el chofer, Salvador Dalí se habría inspirado de este desierto para su famoso cuadro de los relojes derretidos. El lugar en sí no es muy impresionante porque no nos dejan acercarnos a las piedras esparcidas por la arena, sólo las vemos de muy lejos y me parece que hemos visto rocas más impresionantes el día anterior. El desierto y los cerros en cambio tienen colores muy llamativos. Encontramos otra tropilla pequeña de vicuñas, ¿qué comerán aquí?



Aguas termales de Polques
Al borde de una gran laguna salada, se ha construido un pequeño estanque donde el agua tiene la reputación de ser muy medicinal y alcanza los 40°C. La piscina está llena de gente y se parece a una sopa de fideos. 


No nos bañaremos, pero aprovechamos las instalaciones para que una señora nos cocine el almuerzo (con las provisiones que traemos).  Los numerosos turistas dejan desechos que son aprovechados por las gaviotas, que pelean por un pedazo de pan.


Laguna verde
En la tarde seguimos viaje hacia el punto más alejado de nuestro periplo, la Laguna Verde, en el extremo sud oeste de Bolivia. El chofer se preocupa durante el trayecto porque no hay mucho viento, necesario según él para que el color verde sea bien visible y cambiante. El color del agua se debe a una combinación de cobre y arsénico que hace que la laguna sea tóxica, por lo que no hay ningún tipo de animales. El volcán Licancabur que se ve en el fondo detrás de la laguna marca la frontera con Chile.



Retorno
Ya nos queda solamente el retorno a Uyuni. El tiempo está cambiando y a lo lejos podemos observar como cae la lluvia. Minutos después nos alcanza el granizo. Pasamos delante de la empresa de explotación de bórax Tierra Ltda, donde trabajan algunos tractores y un camión perdidos en la niebla.


Pero algo más lejos, nos encontramos con la sorpresa de un río que atraviesa verdes bofedales y podría considerarse como el Paraíso de las llamas. También hay una pareja de huallatas. Y un poco más allá, al borde del camino, se dejan fotografiar - de lejos - dos suris.



Pasamos nuevamente por San Cristóbal y sin más paradas llegamos a la ciudad de Uyuni  al final de la tarde. Es el momento de pasear por este lugar de larga tradición minera, tomar un café y comer una pizza como los demás turistas. Mañana temprano tomaremos el avión  para volver a La Paz. Fue un lindo viaje.

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