martes, 4 de agosto de 2015

El cambio del cambio

Una nueva Constitución

A consecuencia de los eventos de 2003, Carlos Mesa se había comprometido, dentro de la agenda de octubre, a llamar a una Asamblea Constituyente, pero no le alcanzó el tiempo ni tuvo el apoyo necesario para cumplir su promesa. Por su parte Eduardo Rodríguez, cuando le sucedió, tenía por única misión organizar las elecciones generales. Por lo tanto le tocó al gobierno de Evo Morales convocar a la elección de delegados a la Constituyente, elección que tuvo lugar el 2 de julio de 2006. 
Román Loayza, en el calor de los debates, se cayó de cabeza a la fosa de orquesta del teatro Gran Mariscal de Sucre. Volvió renovado después de una larga estadía en la clínica, mucho más conciliador y amable que antes.
De los 255 representantes electos, 139 eran del MAS, es decir que el partido oficialista contaba con el 50,72% de los votos. Cincuenta correspondían a PODEMOS, el partido del ex presidente Tuto Quiroga, y siete a Unidad Nacional de Samuel Doria Medina. El resto se dividía entre varios partidos pequeños. Fue una gran decepción para el MAS, porque estaban seguros de poder alcanzar los dos tercios en la Asamblea.
  
Cuadro de Ejti Stih, que muestra la presidenta de la Asamblea Constituyente, Syvia Lazarte, aconsejada por el vice presidente del Estado, Alvaro García Linera.
En consecuencia, los delegados del Movimiento al Socialismo hicieron todo lo posible para que los artículos de la nueva Constitución Política puedan aprobarse por mayoría del 50 + 1, a pesar de que la ley de convocatoria, aprobada en marzo, requería de los dos tercios para ello. Primero se aceptó que los dos tercios debían aplicarse solamente a “los artículos más importantes” quién definía cuáles eran, no se sabe para luego reducirse a “los tres artículos más importantes”. El otro debate interminable concernía la calidad fundadora o no de la Asamblea Constituyente y si ésta debía hacer tabla rasa de todo lo anteriormente existente, o solamente introducir cambios para mejorar la Constitución vigente. 
 
La Asamblea Constituyente había inaugurado sus sesiones en el Teatro Gran Mariscal de Ayacucho, en Sucre, el 6 de agosto de 2006, para empantanarse en seguida en la discusión del reglamento de debates. Tardaría nueve meses, antes que se empiece a discutir el primer artículo del proyecto de Constitución.

Las cosas se pusieron peor cuando la ciudad de Sucre, que si bien es la capital oficial de Bolivia, no es la sede de gobierno, empezó a reclamar la “capitalía plena” que había perdido en la Guerra Federal de 1900.
  

Por supuesto La Paz se oponía a esta ambición y organizó el 22 de julio de 2007 “el cabildo de los dos millones” con la consigna “la sede no se mueve”. Claro que no han participado dos millones de personas La Paz no tiene tantos habitantes pero había que ganar, por lo menos en retórica, al “cabildo del millón” organizado por Santa Cruz para defender su autonomía departamental.
El 23 de noviembre de 2007, el ambiente en las calles de Sucre se había deteriorado al punto que los asambleístas decidieron buscar refugio en el cuartel militar de La Glorieta, en las afueras de la ciudad. Tres jóvenes sucrenses murieron este día en La Calancha a consecuencia de la represión comandada por el ministro Rada.
En favor o en contra de Sucre capital plena; en favor o en contra de las autonomías departamentales.
El colmo de la ironía se dio cuando los policías de la ciudad declararon que no existían las garantías para su seguridad y decidieron retirarse de Sucre en tropel, dejando los habitantes a su suerte y abiertas las puertas de la cárcel de San Roque, quién sabe por razones humanitarias. Después de dar una vuelta y visitar a sus familias, los presos iban a retornar por propia voluntad a sus celdas el día siguiente. Los constituyentes en cambio tuvieron que escapar de La Glorieta por el lecho de un río seco bastante accidentado, después de aprobar el texto “en grande”.
  
El 10 de diciembre de 2007, pero esta vez en la Universidad Técnica de Oruro, se aprobó finalmente la nueva Constitución “en detalle” al cabo de una reunión con 164 asistentes que duró 16 horas, y a la cual se había “olvidado” convocar a tiempo a los delegados de la oposición. La reunión consistió en levantar la mano todos de manera sincronizada, después de la lectura veloz de los capítulos y la enumeración de los artículos, come en “Artículo 24… aprobado; artículo 25 … aprobado; artículo 26…”. Les debió doler el brazo.
Sírvase informar, señor secretario.        Aprobado, señora presidenta.
Después de este ejercicio, el texto de 411 artículos fue modificado en una comisión del Senado para eliminar los errores más obvios y corregir las numerosas contradicciones. Fue sometido a referéndum el 25 de enero de 2009, cuando ganó el SÍ. Nosotros no pudimos votar porque nos encontrábamos de visita a la Universidad de Columbia en Nueva York. Tampoco voy a analizar aquí el contenido de la nueva Constitución, existen muchas publicaciones al respecto, hecha por gente mucho más meritoria que su servidora. 

De todas maneras, la nueva Constitución sólo se aplica en los casos en los que le conviene al gobierno. Todos nos acordamos de la declaración de nuestro presidente: “Cuando me dicen que algo que quiero hacer va en contra de la ley, le meto no más y después que lo arreglen los abogados, para eso han estudiado”.
  
El MAS en acción 
 
Desde sus inicios, el gobierno masista practica la descalificación permanente y la persecución judicial de sus oponentes, sea porque jugaron un papel en una de las gestiones anteriores y por lo tanto son considerados “neoliberales”, sea porque podrían ser adversarios políticos en futuras elecciones. La justicia está completamente sometida al ejecutivo y utilizada para llevar a cabo esta caza de brujas. Ya hemos hablado de esto en anteriores capítulos.



Las dramáticas puestas en escena (en realidad son tragedias, con varios muertos) como la del Porvenir en Pando o el caso del hotel de Las Américas en Santa Cruz, la incesante propaganda oficial en los canales de televisión, las extorsiones de los fiscales que después se fugan al extranjero y el azuzar ciertos grupos sociales contra otros, también son métodos utilizados para anular eventuales adversarios y opositores políticos.  Por suerte existe amplia cobertura en la prensa escrita sobre todo ello y se han publicado muchos libros al respecto, de manera que no es mucho lo que yo pueda añadir.

El gran sueño del MAS parece ser transformarse en partido único, de controlar cada vez más lo que sale en la prensa y especialmente en la tele, y de mantener callada hasta su propia gente. Ya están bien advertidos los diputados y senadores del MAS de que no tienen derecho a ser “libre-pensantes” y que todo lo que se les pide es levantar la mano obedientemente para aprobar las leyes que vienen desde arriba. El último escándalo que salió acerca de los millones del Fondo Indígena no hace más que confirmar el despilfarro, la corrupción, el abuso de poder y sobre todo el clientelismo, que han caracterizado al gobierno del MAS en los últimos diez años.



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