jueves, 9 de abril de 2015

Se termina el siglo veinte


Juegos políticos

En 1989, al terminarse el mandato presidencial de Paz Estenssoro, el general Hugo Banzer se sentía seguro de ser el próximo presidente de Bolivia, gracias al acuerdo que ADN había firmado previamente con el MNR. Este acuerdo, que databa de 1985, debía asegurar el apoyo de ADN a los esfuerzos de estabilización y permitir el éxito del decreto 21060, para así dar fin al desastroso periodo de la hiperinflación. 
  
Por lo tanto, los adenistas habían asegurado la elección de Víctor Paz en el Congreso y esperaban a cambio obtener los votos de los congresales emeneristas para apoyar al general Banzer en las elecciones siguientes, cuatro años después.
  
El candidato del MNR, Gonzalo Sánchez de Lozada, sin embargo, no se sentía obligado a respetar ese acuerdo e hizo la declaración gramaticalmente incorrecta “Mis manos ya no están atados” en una conferencia de prensa. Ya se sabe que Goni habla mejor el inglés que el español.  


De hecho, los resultados obtenidos por ambos partidos estaban muy cercanos: el 23,07% de los votos eran para el MNR y el 22,70% para ADN. El MIR tampoco estaba muy lejos, con el 19,64% del voto popular. El resto se dividía entre varios partidos, entre otros CONDEPA, de Carlos Palenque, que obtenía un 11,02%, además de varios partidos pequeños (IU, PS1 y MRTKL).
 

Según el conocido dirigente del Movimiento de Izquierda Revolucionario, Oscar Eid Franco, se podía pretender que los tres primeros partidos se encontraban en un “triple empate”, y por lo tanto cualquiera de sus candidatos podía ser elegido presidente en el Congreso.
  
También se cuenta que los tres presidenciables fueron a rogar a la Virgencita de Urkupiña en su fiesta patronal, y que ella había cumplido todos sus deseos: Goni pidió ganar las elecciones, Jaime Paz quería ser presidente y Banzer quería gobernar el país.
Efectivamente, después de mucha discusión, el MIR y la ADN firman un “Acuerdo Patriótico” para bloquear al, para ellos, inaceptable Goni. El candidato del MIR, Jaime Paz Zamora, es elegido presidente en el Congreso con el apoyo de Banzer, a pesar de haber salido tercero en la votación. 
  
Jaime Paz declara que “se vió obligado a cruzar ríos de sangre”, pero se olvida mencionar que esta sangre es la de sus propios adherentes, los miristas matados, torturados y exiliados por Banzer durante la dictadura de 1971-1979. Después de aquello, los puestos en el gobierno son distribuidos en partes iguales entre los dos partidos. Cuando el ministro es del MIR, los vice ministros tienen que ser de ADN, y viceversa. No hay ninguna coordinación entre ellos, ni tampoco con los directores del ministerio. 
  
Este sistema de elección indirecta fue por supuesto duramente criticado y fue eliminado después, primero al limitar la elección en el Congreso a los dos ganadores y ya no a los tres más votados. Luego, se introduciría la segunda vuelta en las elecciones, dejando que los votantes puedan decidir quien sería presidente de la República. 
  
Muchos creen que la pérdida de prestigio de los partidos políticos tradicionales empezó con este acuerdo contra natura entre dos partidos antagonistas para formar la “megacoalición” (con añadido de CONDEPA, UCS, etc.). Veremos que las consecuencias iban a ser en desmedro de la democracia, que empezó a llamarse desde entonces la “democracia pactada”.  
  
Goni estaba ahora arrepentido de las bromas que había gastado contra sus adversarios, especialmente de haber tratado a Banzer de “anciano dictador” y a Jaime Paz de “guerrillero jubilado”. Pero no había perdido su sentido del humor: los simpatizantes del MNR llevaban en el vidrio trasero de sus autos unos stickers rosados con la leyenda “A mí no me echen la culpa, yo voté por Goni”. 
  
Siete años después del término de las dictaduras militares en 1982, la democracia parecía sin embargo bien afianzada en Bolivia. La situación económica también había mejorado considerablemente y la hiperinflación de 1985 ya sólo era un mal recuerdo. La Nueva Política Económica, la política de estabilización del DS 21060, había sido muy dura, pero había funcionado.

Recalcitrantes

Mientras tanto en el Perú, la guerrilla maoísta de Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru cometían atrocidades sobre la población, y las fuerzas armadas peruanas tampoco se quedaban atrás. Después de haber aterrorizado el campo por años, los enfrentamientos se desplazaban ahora hacia las ciudades, en especial los pueblos jóvenes de Lima. La guerrilla se convirtió en guerra urbana. 
   

Incluso en Bolivia, hubo secuestros al inicio de los años noventa. Al principio aparecían unas pintadas misteriosas con las iniciales CNPZ, que nadie sabía a quién atribuir. Un poco más tarde salió la noticia del secuestro del ingeniero Jorge Lonsdale, acompañada de una demanda de rescate de seis millones de dólares, una suma imposible de reunir para su familia. El Comando Néstor Paz Zamora se atribuía el secuestro.
Este grupo llevaba por lo tanto el nombre de Néstor Paz, hermano del presidente Jaime Paz, fallecido durante la guerrilla de Teoponte, que tuvo lugar en 1970. Esta guerrilla de estilo guevarista fue protagonizada por jóvenes estudiantes idealistas que fueron rápidamente vencidos, víctimas del hambre y la improvisación más bien que de las armas.

Jaime Paz no apreciaba para nada el uso del nombre de su hermano Néstor por este grupo de secuestradores ligados a Sendero. Varios meses más tarde, Lonsdale fue matado junto con sus captores al momento de una intervención policial mal ejecutada para tratar de liberarlo.
  
Otro grupo, el Ejército Guerrillero Tupac Katari (EGTK), más próximo del Movimiento Tupac Amaru peruano, hacía explotar torres de transmisión eléctrica, lo que resultó en la muerte de un terrorista poco diestro con la dinamita, y logró robar la remesa que debía servir para pagar a los profesores y administrativos de la Universidad San Simón en Cochabamba.
   
El dirigente campesino Felipe Quispe (el Mallku), Álvaro Gracía Linera, el actual vicepresidente, y su compañera mexicana Raquel Gutiérrez fueron apresados y mantenidos en la cárcel durante cinco años, para luego ser liberados por causa de retardación de justicia. 

Veamos que pasa en otros lados…

Llegar al final del siglo 20 e iniciar pronto un nuevo milenio parecía dar un movimiento frenético a los eventos mundiales. Era como si la humanidad hubiese decidido saldar las cuentas pendientes con el siglo que terminaba, y poner en orden la casa antes de empezar un nuevo periodo. Un poco como las buenas resoluciones que la gente toma en previsión del Año Nuevo, y que sin embargo se olvidan muy pronto en los días siguientes al primero de enero…
  

En efecto, la Unión Soviética vivía sus últimos días, el muro de Berlín se había caído bajo las picotas de los berlineses el 9 de noviembre de 1989, y Praga se liberó el 24 del mismo mes. Era el fin de la guerra fría. 
  
Las recaídas nucleares del accidente de Chernobyl (del 26 de abril de 1986) seguían empero envenenando Europa, donde lentamente se iban a medir las consecuencias y entender la terrible gravedad del accidente, que la Unión Soviética había ocultada por mucho tiempo. 
  
La libertad hacía grandes progresos, pero no en todas partes. Nos queda muy claro en la memoria la plaza Tienanmen en Beijing, con sus periódicos murales, su pequeña Estatua de la Libertad hecha de yeso por los estudiantes de arte, la foto del joven chino solitario, firmemente plantado delante de los tanques del Ejército Rojo y la masacre del 3 de junio de 1989 con sus 3000 muertos.   

En Camboya, Norodom Sihanuk trataba de reconstruir su país totalmente destrozado por los Jemeres Rojos, mientras que Pol Pot todavía se ocultaba en algún lugar de la selva con el remanente de sus grupos asesinos.
   
En Chile había ganado el NO en el referéndum para la reelección de Augusto Pinochet. En varios países del mundo la gente también se había librado de sus líderes impresentables, como los Ceausescu, o Imelda Marcos y sus miles de zapatos. Se había muerto el Ayatola Khomeiny. Por otro lado, Nelson Mandela fue liberado después de tantos años de cárcel, el 11 de febrero de 1990. Poco después, en 1994, sería elegido como presidente de Sudáfrica, y empezaría el difícil proceso de justicia y reconciliación después del apartheid.
   
El Irak de Saddam Hussein invadió el pequeño Koweit y, ante el avance de las tropas americanas de la operación “Desert Storm”, incendió 600 pozos petroleros de este país durante su retirada.  
  
Boris Yeltsin reemplaza a Gorbachov en la Unión Soviética y muy pronto, ésta deja de existir. El 3 de noviembre de 1992, Bill Clinton gana las elecciones presidenciales en Estados Unidos y reemplazará a George Busch Senior.  
  
La guerra civil en Salvador termina por fin en este año 1992, después de causar unos increíbles 70.000 muertos en este pequeño país. Pero otros conflictos nacen en otras partes. La guerra de los Balcanes empieza y durará varios años. En Ruanda, medio millón de seres humanos son masacrados en 1994 por rivalidades étnicas entre hutus y tutsis. Existe hambruna en Somalia, hay violentas revueltas en Chechenia, una insurrección en Chiapas, un gran terremoto en Kobe, los talibanes invaden Kabul… ¡Uf! Apaguemos la tele por un momento.

Y a propósito, ¿cómo está la familia ?

Mientras pasa todo esto, los niños crecían, hacían nuevos amigos, festejaban sus cumpleaños y  llegarían muy rápidamente a convertirse en adolescentes. Como yo tenía cada vez más trabajo, no siempre tenía tiempo para supervisar las tareas o conducirlos a todo tipo de actividades extracurriculares, clases de piano o de karate. Sin embargo hubo entusiasmos pasajeros para algunas actividades (nunca para las clases de piano). En cambio los chicos parecían valorar su relativa libertad y preferían – según me contó Esteban después – no tener a su madre mirando encima de su hombro todo el tiempo. 
   
En lo que concierne la limpieza o la cocina, podía por suerte contar con una Lucy, una Vicky, una “Isabel grande” o una Bernardina, que hacían el trabajo por mí, por lo que les estoy sumamente agradecida.
Cumpleaños de Esteban (10 años). Terminó a las 11 p.m, con cuentos de terror inventados 
por los chicos a la luz de una vela.
Cumpleaños de Joaquín (5 años), con disfraces improvisados.
Adriana e Isabel  (al medio) con sus amigas de colegio
Isabel, la mayor, iba a terminar el colegio en 1986 y presentar el examen de bachillerato francés en Lima, todavía no se tomaba el examen en La Paz. Después viajaría a La Plata, en Argentina, para empezar sus estudios universitarios de química. 
   
Adriana saldría bachiller en 1989 y después de un viaje a Francia y Bélgica con un grupo del colegio franco-boliviano, se instalaría en Cochabamba, en casa de su abuela paterna, para emprender estudios de agronomía en San Simón.
  
Por lo tanto ya sólo quedaban en la casa los dos varones, Esteban y Joaquín. Quizás algún día ellos mismos les narrarán todas sus aventuras, ya que yo sólo conozco lo que buenamente me han querido contar. 
  
Juan Antonio seguía dando clases y trabajando en la Universidad Católica y viajaba mucho para participar en todo tipo de reuniones de economistas, en el mundo entero o casi. En Bolivia, participaba en la elaboración de planes económicos y estrategias de desarrollo para el país, como la  Estrategia de Desarrollo Económico y Social 1989-2000 o ayudaba a dar forma al Plan de Todos, que recogía las ideas del equipo de Goni y serviría de programa de gobierno para las elecciones de 1993.
Este año y el siguiente participaba también en el Directorio del Banco Central de Bolivia para luego, en 1995, ser nombrado presidente del banco, primero en forma interina y después como titular, con los dos tercios de los votos del Congreso. Pero todo esto no le impedía seguir dando clases en la universidad, temprano en las mañanas.
 

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